viernes, 18 de diciembre de 2009

Paseo navideño

Es inevitable sentir cierta obligación cuando se trata de navidad: la obligación de comprar regalos, de gastar, pero, sobre todo, de darte mil quinientas vueltas tratando de encontrar algo que se ajuste a tu bolsillo y, tal vez la parte más difícil, ¡a los gustos del regalado!
Para mí, se trata más bien de un paseo, casi una aventura. Es divertido partir rumbo al centro en la mañana, colarse por las calles, buscar la sombra, comerse una porción de pizza en la esquina de la plaza de armas, buscar tiendas, regatear precios, llegar a la plaza San Martín, bajar por la calle del Queirolo, buscar libros, retroceder al Queirolo para comer un sandwich, comenzar a caminar buscando cómo diablos llegar a Tacna porque todos los años me pierdo. Por fin, subirse al micro, darte cuenta de que toda tu espalda está transpirada y sentirte tan cansada que sabes que vas a tener una excelente noche de sueño, que al día siguente te van a doler los pies, pero que haz conseguido todos los regalos para toda tu familia y solo gastaste 100 lucas.
Tal vez lo que sucede es que me gusta más el recorrido y la sensación de cansancio que ir a comprar regalos... los últimos vienen a ser trofeos q se van recogiendo en el camino.

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